TESTIMONIO DE UN RESCATISTA VOLUNTARIO
TESTIMONIO DE UN
RESCATISTA VOLUNTARIO
¿Cuánto
tiempo ha transcurrido desde que sonó tu teléfono? ¿10 ó15 minutos? No lo sabes.
Solo crees que es una eternidad. Con tu viejo uniforme cruzas la ciudad tan rápido
como puedas y al igual que en cada misión, dices adiós a tu familia sin
mencionar tu destino. En algún lugar, alguna situación de emergencia exige tu
cuota de sacrificio.
Sabes
que por cada segundo que pasa un momento como esos se complica y marcharas sin
pensar en ese instante en tu familia o tu empleo. Para eso te entrenaste y
sabes perfectamente que alguien espera tu ayuda. Esa victima confía que la
ayuda llegara. Ese alguien sebe que eres un voluntario SAR.
El
equipo se hace más pesado y no ves la cumbre, ni el final del día. Está en las
fauces del infierno verde, que a cada paso te devora. La selva está ahí, impávida,
no tiene prisa, mientras tú te derrites como hielo al sol. Convives con el
hambre, el cansancio, la sed y la fatiga, con el riesgo de sufrir lesiones.
De
pronto el silencio de la jungla se rompe con un grito lejano, suena un petardo
y alguien grita BINGO! El corazón se acelera, corres hasta el lugar y de pronto
encuentras a alguien que entre sollozos se alegra de verte. Está vivo y en tu
cansancio te esfuerzas por sonreír. Todo a terminado, un exhausto voluntario está
dándole la atención pre-hospitalaria, los ves y no sabes quién es el que sobrevivió.
En forma paulatina vas despertando a la realidad.
Los dolores
musculares se sienten después, como un
golpe pesado de tu uniforme, que esta entero y sin novedad. Todo ha
terminado, seguramente se dará por concluida la misión y se contara de su éxito.
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